Colegio de Arquitectos de Río Negro

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El arquitecto García Solera brindó jornadas de arquitectura en la UFLO

La visita del Arq. español Javier García Solera a la Sede Comahue de la Universidad de Flores se dio en el marco de una diplomatura y curso superior en arquitectura, representando este el tercer encuentro de los cuatro anuales (el próximo será a mediados de septiembre).

Según reconoció el Arq. Carlos Mena, quien se desempeña en el área de coordinación de proyectos especiales de la UFLO, con estos encuentros: “Se busca indagar proyectualmente en un plazo corto de tres o cuatros días en alguna temática que hace a la discusión urbana o arquitectónica de la problemática local. En el caso de Javier, se trabajó injerencias en el espacio urbano, donde se trata de armar un proyecto de arquitectura en lugares donde la arquitectura no está invitada a participar, que es, generalmente, en el espacio público”.

De esta actividad realizada el 17, 18 y 19 de mayo participaron 70 personas, cinco de ellas invitadas por el Colegio de Arquitectos de Río Negro, institución colaboradora del evento. Divididos en 16 grupos y tras jornadas intensas de trabajo supervisadas a través de observaciones y comentarios por García Solera, el sábado cada grupo expuso su trabajo y el arquitecto coordinador del taller brindó su crítica a modo de cierre.

“En el medio siempre se dan algunas actividades que tienen que ver con conferencias a la noche que, generalmente, son abiertas y públicas. En el caso de Javier, dio una charla en la Universidad de Flores acerca del dibujo en la arquitectura y el viernes dio una conferencia abierta en el Museo Nacional de Bellas Artes a sala repleta (320 personas y quedaron 80 afuera) sobre una visión particular y específica sobre su obra”, agregó Mena.

A modo de cierre, Mena explicó: “En general, son jornadas de arquitectura que aspiran a seguir trabajando en la práctica proyectual y, sobre todo, a ampliar la cultura acerca de la arquitectura que hay en nuestra zona. La realización del taller a nosotros nos sirve mucho porque la práctica profesional local es muy compleja por las condiciones de trabajo que hay. Entonces estos talleres hacen que a la matricula le dé un respiro al día a día: viene un arquitecto, trabajás con él, ves conferencias, hablás de arquitectura, escuchás otras realidades. Es un recreo a la práctica profesional”.